El judaísmo mesiánico es un movimiento profético que inició en el primer siglo con la Iglesia naciente y une a creyentes judíos y gentiles para proclamar la salvación en Yeshúa (Jesús) y anunciar su segunda venida. En la era actual hay un mayor despertar entre los cristianos por redescubrir el origen de nuestra fe como se practicó en el primer siglo donde los judíos y gentiles creyentes en el Mesías Yeshúa (Jesús) adoraban y convivían juntos. “Porque Él mismo es nuestra paz, quien de ambos pueblos hizo uno” (Efesios 2:14 LBLA).
Yeshúa es el nombre original de Jesús en hebreo. Significa salvación. Muchos creyentes aman y usan ambos nombres indistintamente.
Shalom significa paz en hebreo. Y tiene un significado más profundo: completo, totalidad, plenitud.
El discipulado es aprender las enseñanzas de Jesús que llevan a cada creyente a la madurez espiritual. El discipulado es clave para enriquecer nuestra relación personal con Dios y vivir una vida victoriosa.
Un discípulo es un estudiante de la Biblia que aprende las enseñanzas de Jesús y las aplica a su vida personal diaria. Un discípulo es también alguien que hace de otros discípulos. Antes de ascender al cielo, Jesús encargó a sus discípulos: “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”. (Mateo 28:19-20)
La Iglesia no es un edificio, una denominación o religión. La Iglesia son personas, creyentes en Jesús en todo el mundo que aman al Dios de Israel (el Dios de Abraham, Isaac y Jacob), creen en Yeshúa (Jesús) el Mesías y anclan sus vidas en la Biblia.